domingo, 15 de mayo de 2011

En busca de la dosis diaria de felicidad.

Un día encontré una cálida sonrisa guardada en mi desordenado desván. Una sonrisa guardada con mucho temor y cariño, dentro de una minuciosa caja llena de suave algodón. Temía salir a la luz por las consecuencias que podría desencadenar, tenía miedo de hacerme recordar el pasado, pero ése día yo quería revivir mi vida, quería sufrir y cantar, reír y llorar, y esa mísera sonrisa era capaz de encender la llama de mis temblorosos sentimientos. Grandes mentiras rondaron por mi cabeza cuando la despojé de sus algodones, grandes expectativas que jamás cumplí, elocuentes promesas que nunca tuvieron lugar y desgarradores momentos que provocaban que una dulce lágrima acariciara mis mejillas.
Una única sonrisa que me recuerda a la suya,, a su olor, a su calor, a sus ojos, una única sonrisa que consigue evadirme del mundo, una única sonrisa que me encantaría volver a sentir, una única sonrisa, su sonrisa.



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